martes, 10 de octubre de 2017

Divergencia, un nuevo Yo

Impregnado de polvo tras combatir mano a mano contra la mayor de las decisiones, vistiendo el rojo carmín que aflora desde tu interior. De pies, frente a la bestia que emerge en aquesta oscuridad nutrida del miedo, siempre con el conocer de tus pasos capaz de adelantarse y, a pesar de la pesadumbre nacida al temer por tu vigor, adviertes su alma desvanecerse. Caes al jardín de flores marchitas, con la mente nublada buscando la señal de lo que pudiera ser el mañana y no el fin del hoy, el fin de tu ser. Concentrando lo que quedan de tus sentidos en tu alrededor, terminas por notar, espinas clavadas a lo largo del brazo, mezcladas con el fervor de la batalla, haciendo desvanecer tu luz divina. Único eres al cabalgar por tal gesta que, aun teniendo el miedo por cadenas, sazona la forma de ver la vida y la forma en la que termina.

Soñador, pues no temes al despertar.

Qué decir queda después del último amanecer. Sin la condición de estar somnoliento, mueren las lágrimas al golpear con los labios, pellizcas la mejilla buscando sentirte real. Tras la pesadilla aparece el sol a barrer los vestigios de la abulia, la exasperación y la impotencia del no poder ser. No pudiendo encadenar las letras que conforman tu victoria, exhalas un soplido que, sin fuerzas para tumbar al mundo, levanta los cimientos del nuevo Yo.

domingo, 16 de julio de 2017

Caminos

Sales vacío, después de liberar las incongruencias y el estrés del día. Atravesando un "prohibido el paso", todos tus sentidos hacen caso omiso al significado y resultado que da este aviso. A tus espaldas la tempestad bailando con el ruido psicótico. Caminando recto, peldaño a peldaño, cruzando la selva metálica y óxida, con la esperanza de sentir la marca del olvido y llanto. Pero... no. Siguen tus pies la travesía, en dirección al pozo de calor por el que pasas cada atardecer, mirando fijamente a los ojos de los que caminan sin alma, los que caminan aguantando las ganas de llorar porque al llegar a casa no sabrán si cruzarán la mirada con la parca, los que corren con una sobredosis de felicidad y se convencen de que hubieran sido más felices al haber dicho que no a ese trabajo que los ata del cuello. Muchas historias que leer solo mirando a los ojos, diferentes formas de ver el mundo y diferentes formas de derramar lágrimas. Esperas acertar porque: es entretenido imaginarse la vida de alguien y tratar de acertar.

Paso a paso, con las horas atadas a las muñecas, abandonas la travesía por el risco en el momento que el ocaso se ha instalado en tus hombros, para dirigirte directamente hacia Caronte. Esperando sentado, alzas la mirada en busca de esa luz, apostada en los ojos de la persona sobre la que soñarás fantasías, historias y momentos de paz, para darte cuenta que nadie te mira con deleite.

Estás dentro y, tras acomodarte en tu sitio, te pones a buscar otra vez esa luz, ignorando que ciega la misma y acaba siendo un sol urente. Todo por soñar. En poco tiempo, te olvidas de mirar para concentrarte en tus otros sentidos. El ambiente se nota cargado y desalentador por las almas como la tuya que han dejado de lado la humanidad, esperando llegar a casa y retirarse hasta nuevo aviso. De un momento a otro deja de haber sonido, se apagan las luces y quedas solo tú. Solo queda pensar.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Color prosa


¿A dónde van los sueños
cuando uno se ahoga 
en la profundidad del mar?
La duda aulla, mas descubres que
esconderse no hacen y,
en ningún otro lado los quieres guardar.

La poesía queda desgastada
como un lápiz, el cual no sabemos afilar,
perpetrando en la penumbra,
sentimientos sinónimos para reciclar. 

En la ilusión humana nos escudamos,
semidioses experimentados en la autodestrucción,
depresiva y tácita.

La vejación de nuestro ser,
inocua —eso confirma el galeno—.

Otoño se torna gris al bajar de su alféizar,
de bailar anda despacio y
siempre en zapatos de cristal.
Por haber pisado desnudo
gasta bellas heridas enmarcadas en oro rojo.