martes, 10 de octubre de 2017

Divergencia, un nuevo Yo

Impregnado de polvo tras combatir mano a mano contra la mayor de las decisiones, vistiendo el rojo carmín que aflora desde tu interior. De pies, frente a la bestia que emerge en aquesta oscuridad nutrida del miedo, siempre con el conocer de tus pasos capaz de adelantarse y, a pesar de la pesadumbre nacida al temer por tu vigor, adviertes su alma desvanecerse. Caes al jardín de flores marchitas, con la mente nublada buscando la señal de lo que pudiera ser el mañana y no el fin del hoy, el fin de tu ser. Concentrando lo que quedan de tus sentidos en tu alrededor, terminas por notar, espinas clavadas a lo largo del brazo, mezcladas con el fervor de la batalla, haciendo desvanecer tu luz divina. Único eres al cabalgar por tal gesta que, aun teniendo el miedo por cadenas, sazona la forma de ver la vida y la forma en la que termina.

Soñador, pues no temes al despertar.

Qué decir queda después del último amanecer. Sin la condición de estar somnoliento, mueren las lágrimas al golpear con los labios, pellizcas la mejilla buscando sentirte real. Tras la pesadilla aparece el sol a barrer los vestigios de la abulia, la exasperación y la impotencia del no poder ser. No pudiendo encadenar las letras que conforman tu victoria, exhalas un soplido que, sin fuerzas para tumbar al mundo, levanta los cimientos del nuevo Yo.