viernes, 29 de julio de 2016

El paso del tiempo

      Olvido lo que es atravesar el tiempo con una mirada. Clavarlo en la palma de la mano y llorar en silencio mientras uno ve cómo brota la sangre, digamos que de heridas del pasado, ¿no? Un vistazo atrás, un poco más arriba de mi hombro, justo rozando con ese cielo azul y el color verde desgastado y mohoso de la azotea –rústico y vintage, algunos apuntarían– , cortando el presente. Un ligero destello ciega mi mirada, nubla mi vista e intento aclararla con la mano pero la suciedad golpea en el ojo y hago imposible el ver un poco de realidad, este segundo de realidad.

      Salta, salta. Piez iquierdo, luego derecho, el izquierdo de nuevo... ¡una roca! Salta.

      Camino distraído, buscando un trozo de cielo gris para afirmar que lloverá y no sentirme abrumado por el cielo azul bajo el que seguía caminando. Aprecio el follaje, el paso del tiempo en general. Ha muerto la vida que había aquí, las calles siguen siendo piedra que machacan los pies, un silencio ensordecedor y caótico, causante de la locura en este pequeño pueblo siendo el acabose que llevó a este lugar a las ruinas.

      Dime tú, que rondas en mis pesadillas más oscuras y acechas en cualquier esquina esperando al desvalido de mi mente para quebrarla en pedazos y regocijarte en ello. Dime tú, a qué esperas para dejar de ser odiado y victorioso. Dime tú, dime tú.